La Facultad de Ciencias Médicas, a través del Consejo Directivo, repudia una vez más enérgicamente el femicidio de Julieta Del Pino y todas las muertes de mujeres en manos de la violencia machista, que cada 27 horas en Argentina termina con la vida de una mujer.
La violencia y discriminación por motivos de género constituyen una grave violación a los derechos humanos en el mundo entero, y tiene además un fuerte impacto en las condiciones de salud, afectando el bienestar físico y subjetivo e incluso la propia vida de mujeres y niñas.
Socialmente representa una expresión de lo más crudo del sistema: los cuerpos de las mujeres como objeto de apropiacion privada y la posibilidad de hacer o des-hacer con ese “objeto” lo que se desee.
Es por ello que para decir ni una menos, la lucha contra los tipos y modalidades en las que se manifiesta la violencia de género, debe ser acompañada por políticas públicas y presupuestos suficientes para prevenirla y sancionarla hasta su definitiva erradicación.
En lo que respecta a esta unidad académica, el proceso de discusión y propuestas de actualización de contenidos iniciado para transversalizar la perspectiva de género a la formación de grado, así como la implementación de la Ley Micaela , junto a las diversas iniciativas de gestión orientadas en ese sentido, han ido fortaleciendo el camino hacia una facultad inclusiva, popular y con perspectiva de género.
Según el Observatorio Nacional de violencias “ahora que sí nos ven”, del 1 de enero al 31 de julio de este año se registraron 178 femicidios, de los cuales 97 se produjeron durante el aislamiento social y preventivo.
Ser parte de estas alarmantes estadísticas se ha convertido en un tema cotidiano para las mujeres e identidades feminizadas.
Ante esta situación, es necesario que el Estado reconozca la EMERGENCIA que representa esta problemática.
Las vidas importan, cada mujer asesinada en manos de un hombre es mucho más que una víctima de femicidio que engrosa una estadística: cada una deja atrás una historia, expectativas y proyectos… y resignificar sus vidas debe ser parte de esta lucha colectiva. “Micaela tenía una vida llena de militancia y sueños, y como ella, todas las demás…” dijo en una oportunidad la mamá de Micaela García. Sin embargo, a cinco años del primer ni una menos, ser mujer sigue siendo un factor de riesgo.
Transformar esta realidad que tanto nos duele es obligación del Estado y un compromiso de todas, todos y todes.
¡Ni una menos, vivas y libres nos queremos!