Mujeres y disidencias seguimos atravesando una grave situación de violencias en muchos ámbitos expresadas en distintas formas: física, psicológica, sexual, económica, política y simbólica, afectando la vida, dignidad y condiciones de salud integral. En lo que va del 2024 se han registrado mas de 50 femicidios, que se suman a los 322 del 2023 -80 mas que el año anterior- esto es un femicidio cada 26 hs. Además, sigue provocando una alerta la violencia sexual en modalidad de acoso y abuso dentro y fuera de los hogares. En nuestro país, la brecha salarial es de casi un 30%, es decir que las mujeres ganamos menos que los varones por el simple hecho de ser mujeres e incluso con igualdad salarial no accedemos a los mismos lugares de decisión o puestos de mayor jerarquía, lo que se conoce como techo de cristal. Nuestra realidad sigue reproduciendo estereotipos sexistas que limitan nuestras posibilidades. Muchas carreras universitarias o especialidades se encuentran feminizadas profundizando el rol de cuidado que se nos asigna socialmente. En algunas instituciones públicas o privadas aún no se implementan leyes como la Ley de Identidad de Género, la Paridad, la ESI, la Ley MIcaela, la IVE y otras, que han sido sancionadas para construir mejores condiciones para el respeto, la inclusión y la equidad, elementos necesarios para la salud de las personas y la comunidad.
En la actualidad, a todas estas manifestaciones de desigualdad por motivos de género se le suma un conjunto de expresiones que difunden odio y violencia amenazando el lugar que supimos conquistar para dejar de ser ciudadanas de segunda categoría.
Nuestros derechos no son una competencia.
La lucha contra las violencias por motivos de género en todos los ámbitos ha permitido a la sociedad transformar prácticas discriminatorias, excluyentes y violentas que se encontraban naturalizadas o invisibilizadas. De ninguna manera creemos que nuestros derechos y conquistas como movimiento hayan impedido ni obstaculizado el acceso a otros derechos esenciales que desde hace muchísimo tiempo representan una problemática para nuestro pueblo, arrojado al hambre, la desocupación o la pobreza. Por el contrario, hemos aportado a la construcción de una realidad con mayor equidad y libertad para cuestionar las violencias más atroces que nos golpean a diario por el hecho de ser mujeres.
En palabras de Pichón Riviere:
“La lucha por la salud no es sólo la lucha contra la enfermedad, sino contra los factores que la generan y refuerzan”.