Nosotros
Tal como lo mencionamos cuando esta página nació, allá por el 2011 los seguimos invitando a recorrerla y aparticipar de la misma.
Las páginas que se encuentran en la web me recuerdan alos títeres. Muñecos inertes, sin vida y a veces defacciones grotescas que se transforman en seresmaravillosos cuando la titiritera con una caricia y un soplido los transforma en seres sonrientes, llenos de vida y les da la palabra y los gestos.
Las páginas son parecidas, nos hacen reír, llorar, enojar, nos permiten aprender cosas nuevas y refrescar algunas pasadas y nos otorgan la posibilidad de conectarnos, pero de nosotros depende darles vida. Una página que no se visita, que no se actualiza es un elemento inútil, absolutamente prescindible. No debemos permitir que la nuestra quede en el cuarto de las cosas viejas. Los invito a visitarla de vez en cuando, les aseguro que los espera ansiosa y que anhela escuchar sus comentarios para poder crecer. GRACIAS!!!
CÁTEDRA DE ANATOMÍA PATOLÓGICA FACULTAD DE CIENCIAS MÉDICAS. UNR.
En noviembre de 1920 el Dr. Fernando Ruiz desempeñaba el cargo de Jefe del Laboratorio del Hospital Muñiz y Prosector del Instituto de Anatomía y Fisiología Patológicas de Buenos Aires.
Fue invitado por el Delegado Organizador de la Facultad de Ciencias Médicas del Litoral, Dr. Antonio Agudo Ávila para crear, organizar y dirigir el Instituto de Anatomía Patológica y dictar la Cátedra respectiva en dicha Facultad.
El contrato empezó a regir en enero de 1921.
El 11 de enero del mismo año fue aprobado por el Poder Ejecutivo. Se fijó una asignación mensual de mil trescientos pesos. El Dr. Ruiz no podía aceptar otros cargos sin la autorización de la Dirección Superior de la Facultad de Medicina.
El contrato tenía una duración de cinco años. Fue prorrogado en 1925 por el H. Consejo Directivo. Se había solicitado un aumento en la asignación mensual a mil quinientos pesos, pero fue denegado por la mala situación económica de la Facultad. Después fue prorrogado el contrato en 1931 por cinco años.
El Dr. Ruiz se formó con el Profesor Telemaco Susini y con Joaquín Llambías.
El Profesor Joaquín Lambías dictó la clase inaugural el 20 de marzo de 1921.
El profesor Fernando Ruiz fue el primer patólogo de Rosario Ocupó el cargo de profesor de la Cátedra y fue el jefe del servicio de patología del Hospital Nacional del Centenario.
El Dr. Ruiz era un hombre muy corpulento pero con una gran agilidad de movimientos subía las escaleras de la Facultad saltando de dos en dos los escalones. Todos le decían cariñosamente y respetuosamente “el gordo Ruiz”, yo lo oí al Dr. Picena llamarlo así cuando lo evocaba.
Poseedor de una sólida formación reunió un grupo de jóvenes discípulos que llegaron después a ser un grupo de patólogos destacados.: Juan Pedro Picena, Sol L. Rabasa, Jaime Ferrer, José Matías Cid, Augusto Serial y otros.
El Dr. Ruiz tenía una hermanita, con la cual vino desde Buenos Aires. Esta jovencita fue compañera del colegio secundario de una hermana menor del Dr. Juan P. Picena. Entre ellos se forjó una gran amistad. Ruiz no tenía otros familiares en Rosario, almorzaba todos los domingos al mediodía en casa de los padres de Picena. La nona Picena cocinaba unos tallarines famosos.
El Dr. Ruiz era un trabajador incansable como lo prueban los numerosos informes de biopsias y autopsias, incluyendo fotografías en viejos tomos encuadernados guardados en los anaqueles de la Cátedra. El Dr. Augusto Serial me solía contar que había días en que el Dr. Ruiz trabajaba mañana y tarde con sus jóvenes colaboradores, entonces enviaba a comprar una gran fuente de empanadas, comían allí y continuaban trabajando. El Dr. Serial sonreía y decía – ¡Ja, que me digan que no había médicos residentes antes!-.
Ruiz era un hombre muy voluminoso y tenía un auto Buick de gran tamaño, hizo correr el asiento delantero hacia atrás para poder sentarse al volante con más comodidad. Una vez Juan P. Picena le tomó las llaves sin permiso y llevó a pasear a su hermana y a la hermana de Ruiz. Cuando volvieron subrepticiamente al garage, chocaron un guardabarro contra una columna produciendo una abolladura. El Dr. Picena dejó el auto estacionado y colocó otra vez las llaves en su lugar. Al día siguiente comprobó que el profesor Ruiz estaba muy serio y no le dirigía la palabra.
El Dr. Picena miraba compungido y no se animaba a decir nada. Al mediodía el Dr. Ruiz se le acercó y murmuró – Che bol… ¿Te creés que no me di cuenta de que me abollaste el auto?- y con eso dio por terminado el incidente.
Una vez el Dr. Ruiz tuvo que remplazar al decano de la Facultad de Medicina que se fue de viaje por unos meses. En ese lapso el patólogo adquirió para la Facultad el edificio de las denominada Enfermería Alemana, que estaba ubicado frente a la Facultad en la esquina de Santa Fe y Suipacha, donde actualmente funciona la Cátedra de Medicina Legal.
Ruiz fue el fundador del Club Universitario. Tenía a dos jóvenes deportistas en la cátedra de Anatomía Patológica: Juan P. Picena que practicaba atletismo y era un especialista en el salto con garrocha. Además el Dr. Ernesto Bernasconi era un extraordinario deportista polifuncional.
El Dr. Fernando Ruiz falleció en 1935 por una aplasia medular debida a Piramidón. Un gran busto de bronce lo recuerda en un hall de la Cátedra, una calle de Rosario alejada y desconocida lleva su nombre.
El profesor Juan Pedro Picena era un hombre bajo, siempre bien peinado con gomina, con un ojo celeste y otro verde gris, ojos penetrantes donde siempre brillaba un destello de ironía y buen humor, que se correlacionaba con una leve elevación de las comisuras labiales. Era una persona sumamente dinámica con una voluntad y energía tremendas. Fue un gran organizador. Le decíamos cariñosamente “Don Pucho”.
Mientras era estudiante fue técnico histólogo y docente de la Cátedra. Se recibió de médico en el año 1933. Viajó a Alemania en 1934, a la Universidad de Leipzig. Estudió en el Servicio del profesor Hueck y se formó en patología hematológica con el profesor Henig. EL Dr. Picena era un eximio pianista. Fue el pianista y director de la orquesta sinfónica de los estudiantes de Leipzig. En esa ciudad se hospedaba en una pensión, uno de los primeros problemas que se le presentó fue que se quedó sin el fijador para el cabello, la gomina Brancato. Salió a buscar gomina. No sabía como se la llamaba en alemán. Decía goma tragacanto, nadie le entendía. Cuando, de pronto, al pasar frente a la vidriera de una farmacia vió un cartel que decía ““Argentinen Gomina”.
El Dr. Picena solía ir caminando, por la mañana a la Facultad en Leipzig, pasaba por una plaza y se sentaba en un banco frente a un busto de Mendelsohn, mientras ordenaba sus papeles. Cuando volvió a la Argentina se siguió escribiendo con la Sra. Dueña de la pensión. En esa época el nacional socialismo estaba en el poder. Le llegó una carta de la Sra. Alemana que decía…”.el amigo suyo, de la plaza donde usted se sentaba, ya no está más allí”.
Volvió al país y trabajó como docente en la Cátedra. En los años 1939 y 1940 estuvo en Harvard.
Se retiró de la Cátedra en 1945 en una renuncia masiva de docentes. En 1952 estuvo en Guayaquil organizando un laboratorio de anatomía patológica de la lucha antituberculosa ecuatoriana. Volvió en 1954, ganó por concurso el cargo de profesor titular de anatomía patológica. Siempre recibió a todos los alumnos que quisieran trabajar o concurrir a la Cátedra. Recibía a cualquier médico que lo consultara con un preparado histológico, se sentaba en su silla y miraba al microcopio dándole enseguida su opinión.
Un día habíamos formado un corro alrededor del Prof. Picena varios ayudantes de la Cátedra. Carlos Sapene hablaba de cómo le agradaría que fuese la enseñanza de la medicina. Decía: – El residente de Anatomía Patológica debería concurrir también a las Salas del Hospital Centenario, conocer a los enfermos, seguirlos en su evolución y cuando fallezcan seguirlos hasta el sótano de Anatomía Patológica para hacerles la autopsia- . El Dr., Picena lo miraba con una sonrisa socarrona y le dijo. – Entonces deberíamos dar al residente de Anatomía Patológica un delantal negro.
Escribió un libro sobre enfermedades de los ganglios linfáticos. Estuvo muchos años como profesor. En esa época se construyó el segundo piso de la cátedra (que se incendió actualmente) y se remodeló el viejo anfiteatro de la Cátedra. Mientras se remodelaba las clases de Anatomía Patológica se dictaban en el anfiteatro de anatomía Normal. También se remodeló la vieja y tenebrosa sala de autopsias, y se construyeron cinco ambientes azulejados modernos con vestuarios. Fue decano de la Facultad de Medicina. Se jubiló en 1970 y falleció en 1978.
Entre los discípulos del Prof. Ruiz estaba el Dr. José Matías Cid. Cuando Pío Del Río Ortega, discípulo de Santiago Ramón y Cajal, pasó por Rosario el Dr. Cid que era un docente joven, le mostró preparados histológicos coloreados con sales de plata, y el maestro español exclamaba ¡Fabuloso!, ¡Fabuloso! El Dr. Cid estuvo en E.E.U.U. con Percival Bailey, un patólogo especialista en patología del sistema nervioso central.
Sucedió a Fernando Ruiz como profesor de Anatomía Patológica. Cuando se produjo la renuncia masiva de los docentes de la Facultad en 1945, el Dr. Cid permaneció en la cátedra. En esa época fueron sus colaboradores el Dr. Gaudencio Fontana, el Dr. Luppi, el Dr. Alberto San Román y el Dr. Díaz. Organizó el laboratorio fotográfico de la Cátedra. Acondicionó muchos dispositivos para fotografía, junto con el fotógrafo de la cátedra en señor Schuster. Una vez me contó Schuster que el Profesor Cid pasaba mucho tiempo sacando fotos. Se aislaba en una habitación cerrada lateral, y le decía al fotógrafo; – Si viene alguien dígale que no estoy- Cuando llegaba algún médico de la Facultad preguntando por Cid y Schuster salía y decía que no estaba, pero Cid al escuchar la voz de un amigo salía por detrás del fotógrafo saludando, el visitante lo miraba perplejo a Schuster.
El profesor Cid fue autor de numerosos trabajos sobre patología del sistema nervioso y sobre patología general, que estaban guardados en la biblioteca de la cátedra como cuadernillos impresos en la imprenta de la Universidad Nacional del Litoral. Dejó la Facultad en 1955 y fue el patólogo del Sanatorio Británico.
El Dr. Sol Libertario Rabasa fue docente de la Cátedra de Anatomía Patológica con el profesor Ruiz y con el profesor Cid. En 1945 dejó la Facultad y fue a trabajar al Instituto de Investigaciones Médicas de Fisherton creado por una asociación de empresarios donde fue director el Prof. Juan T. Lewis, fisiólogo e investigador. Luego el Dr. Rabasa fue el director y bajo su férrea dirección durante décadas se formaron muchos investigadores. Dirigió muchos grupos de investigación de la Facultad. Fue ministro de Educación, Rector de la Universidad Nacional de Rosario y Secretario de Ciencia y Técnica. Impulsó la creación del sistema de Residencias Médicas que posibilitó un aprendizaje racional y sistematizado de las especialidades médicas. Fue un maestro generoso en la enseñanza.
El Dr. Jaime Ferrer fue docente de la Cátedra de Anatomía Patológica. Se retiró de la Facultad en 1945 y fue a trabajar al Instituto de Investigaciones Médicas de Fisherton. Fue el patólogo del Sanatorio Parque. Hizo un interesante relevamiento epidemiológico y estadístico de las leucemias y los linfomas y su distribución geográfica en la ciudad de Rosario. Investigó efecto de lesiones hipotalámicas experimentales en ratas. También se debe a él la concepción teórica del estudio del colpocitograma y del urocitograma, que después desarrolló el Dr. Leo Lencioni. El Prof. Picena siempre lo invitaba para dictar las clases de patología endocrina en el cursado. Fue un impulsor del estudio de las enfermedades autoinmunes en nuestro medio.
El Dr. Augusto Serial nació en Corrientes, en Bella Vista. Se formó con el Prof. Ruiz y con el Prof. Picena. Fue el patólogo del Hospital Carrasco. Era un experto en patología dermatológica. Era una persona de una gran bondad, escondida detrás de un ceño adusto. Trabajó con el Dr. José María M. Fernández en estudios sobre lepra. Fue consultor en lepra de países extranjeros.
Tenía una memoria extraordinaria, recordaba casos que había visto muchos años antes. Me solía decir – Mirá, ésta lesión es igual a la de un paciente llamado Juan González que ví en el año 1941. Era miembro de la mesa de exámenes de la Cátedra. Una vez, por ausencia del Dr. Picena le tocó presidir la mesa de exámenes. Ese día infortunado aplazaron a muchos alumnos. Luego de dar las notas el Dr. Serial empezó a caminar por el pasillo hacia su despacho. Los estudiantes lo rodeaban y se quejaban por los aplazos. El Dr. les fue explicando a cada uno mientras caminaba, los alumnos se iban yendo y finalmente cuando llegó a la puerta de su despacho quedó un alumno peruano con la libreta estudiantil en la mano y Serial se volvió y le preguntó que quería. – Profesor – dijo el alumno- ¿la nota del examen dice insuficiente?- Sí- dijo Serial- ¿Por qué?- El alumno contestó – Pues vea usted, yo había leído distinguido y quedé muy sorprendido.
Fue el primer jefe de Servicio de Anatomía Patológica del Hospital de Granadero Baigorria. Serial era un apasionado del estudio de las autopsias y cuando se cerró momentáneamente la sala de autopsias de la Cátedra le pidió al Prof. Picena que lo nombrara para trabajar en el Hospital Escuela de Granadero Baigorria para poder seguir haciendo autopsias allí. Fue profesor titular de la Cátedra por tres años luego del alejamiento del Dr. Picena.
El Prof. Augusto Serial tuvo la muerte ideal de un docente. Ya jubilado, murió dando una clase en su amado Hospital Carrasco. Murió como un viejo guerrero vikingo, con la espada en la mano.
El Prof. Ernesto Bernasconi fue una de las personas mas queridas de la patología y citopatología de Rosario. Huérfano desde temprana edad fue criado por su padrino en Buenos Aires, quien tenía una sólida posición económica. Estuvo como pupilo en un colegio secundario en Buenos Aires. Se escapaba para jugar en la quinta división de futbol en San Lorenzo de Almagro. Un día al ingresar a la cancha lo sorprendió el padrino que le dio una buena filípica. Después vino a estudiar medicina a Rosario, a poco de llegar ya lo conocía toda la Facultad. Fue compañero y amigo de Carlos Sylvestre Begnis, de Sol Rabasa, de José M. Fernández, de Rafael Pineda entre muchos otros. Un día jugaban un partido de fútbol en el viejo club universitario.
Bernasconi jugaba muy bien. En el otro equipo estaba José María Manuel Fernández (una gloria de la dermatología argentina), y Fernández llevaba la pelota enfrentó a Bernasconi y le dijo por lo bajo – Che Tito dejame pasar, dejame pasar. Bernasconi, que lo quería mucho a Fernández simuló trastabillar para dejarse caer cuando un brazo poderoso lo levantó bruscamente y se escuchó la voz del Dr. Ruiz que decía: – No te tires al suelo mocoso de m….
Era una fuente de anécdotas inagotable. Viajó a E.E.UU. y fue discípulo de Georgiu Papanicolaou. Cuando regresó a Rosario organizó la sección Citología de la Cátedra. Fue el citólogo de LALCEC, del Sanatorio Británico y del Policlínico Ferroviario.
Un día en la Cátedra Juan Carlos Picena y yo lo ayudamos en una clase haciendo la proyección de diapositivos. Era una clase sobre citopatología, todo iba bien hasta que apareció una célula sola en la pantalla y se oyó la voz de Bernasconi en la oscuridad que decía -¡¡¡Chist, Chist, esa célula está al revés!!!
Organizó las primeras campañas de detección precoz del cáncer de cuello uterino. Fue brevemente director del Hospital Centenario. Era figura imprescindible en todos los congresos de Anatomía Patológica y de Citología. Trabajó mucho en la Sociedad Argentina de Citopatología. Era un gran deportista, en muchas especialidades. Me contó una vez Antonio Nissoria que llegó un día a la Cátedra y subió su bicicleta al segundo piso para guardarla. Lo vió Bernasconi, le pidió la bicicleta y empezó a dar vueltas por todo el largo pasillo desde la cátedra hasta la biblioteca, Al oír la jarana de todos salió el Prof. Picena, que estaba dando clase y le arrojó por la cabezo un borrador a Bernasconi, gritando – ¡Un poco de seriedad, caramba!
Ya viejo, con 80 años, salía sólo en bicicleta por la autopista hasta San Lorenzo.
Después de que se jubilo nos reuníamos con un grupo de docentes de la Cátedra y otros patólogos amigos en el club Velocidad y Resistencia a almorzar un sábado por mes. El primer día que llegó a la reunión, miraba hacia todos lados, le preguntamos que le sucedían y nos dijo – A éste club lo fundé yo. Cuando era estudiante vivió en una pensión en calle Urquiza frente al club. Era uno del los atletas del UNI, el club Universitario. En éste club se realizaban frecuentes partidos de futbol donde jugaban muchos que después fueron prestigiosos médicos de Rosario.
El Dr. Bernasconi fue muy solidario, trabajó en Centro de médicos jubilados.
Falleció a una edad muy avanzada rodeado por sus numerosos familiares y sus amigos.
La Dra. Eva Buttermilch fue docente de Histología y de Anatomía Patológica. Estando en la Cátedra comenzó con los trastornos neuromusculares de una enfermedad invalidante. Recuerdo emocionado como llegaba a la Facultad y dos ordenanzas la tomaban de los brazos para subir las escaleras. No faltó un solo día hasta el final de su enfermedad.
La Dra. Dori Danni fue docente de la Cátedra. Era una persona bajita y con expresión severa. Daba las clases de patología del aparato respiratorio. Luego se fue a vivir a Paraná y fue la primera patóloga de esa ciudad.
El Dr. Carlos María Arrúe Gowland se formó con el Prof. Picena. Era una persona muy atildada, con anteojos de aumento y peinado impecablemente “a la gomina”. Fue docente de Anatomía Patológica. Tuvo una estadía en Buenos aires con el Dr. Rodolfo Sammartino, figura descollante de la patología ginecológica argentina. Estuvo dos años en Alemania, en Bonn con el Dr. Hamperl. Daba muy buenos trabajos prácticos de histopatología .Hizo una pasantía en citopatología ginecológica con el Prof. Dabanscens en Chile. Era un especialista en patología ginecológica. Se retiró de la Facultad ante una fuerte marejada política en 1974. Fue el patólogo del Sanatorio Americano. Su laboratorio reflejaba su personalidad, todo estaba prolijamente ordenado (los laboratorios de patología generalmente son una apología del desorden a la máxima potencia), en el laboratorio de Arrúe no había ninguna cosa fuera de su lugar, no había una mota de polvo. El Dr. Arrúe falleció en el curso del año 2010.
El Dr. Jorge Tombolini fue también discípulo del Prof. Picena. Era un hombre bajo, levemente obeso, con anteojos de gruesos vidrios, y una pipa infaltable. Tenía el buen humor a flor de piel y pescaba al vuelo a los alumnos. Una vez en un examen un alumno que hablaba sobre la patología de la enfermedad de Chagas, le dijo – Es una retro enfermedad. Tombolini sorprendido le preguntó porque decía eso. El alumno contestó – Porque la vinchuca pica y defeca material infectante. Tombolini con una sonrisa le acotó – Si, realmente es una enfermedad de mier…..
Fue docente de la Cátedra, era también otorrinolaringólogo. Fue patólogo en San Lorenzo y fue jefe del servicio de patología del Hospital Clemente Álvarez. También incursionó en el periodismo.
La Dra., Hebe Andreotti de Robledo era discípula del Prof. Picena. Trabajó en el servicio de anatomía patológica del Hospital de Granadero Baigorria. Luego volvió a la Cátedra de la Facultad. Fue jefa de servicio, Profesora Adjunta encargada de la tarea asistencial y de la residencia médica que se inició en la Cátedra. Era especialista en patología pancreática.
El Dr. Guillermo Reeves nació en Concordia, Entre Ríos. Era un hombre alto con unos ojos claros donde chispeaba siempre un destello de ingenio y de ironía. Se formó en la Cátedra de anatomía patológica con el Dr. Picena. Trabajó muy vinculado en sus comienzos con la Cátedra de Dermatología. En esa época trabajaba también con el
Dr. Augusto Serial, con el cual mantuvo una gran amistad. Serial tenía una canoa y juntos cruzaban el río remando y se iban a las islas. Allí pescaban y cazaban. Reeves fue un gran observador de la naturaleza y de la vida natural. Llevado por su entusiasmo hacía vívidos relatos de hechos de la vida natural, sus descripciones eran realmente enjundiosas. Trabajó un tiempo con el Dr. Rodolfo Sammartino en Buenos Aires formándose en patología ginecológica, mantuvieron una gran amistad. Viajó a E.E.U.U e hizo un Fellow en Boston con el Dr. Sheldon Sommers. Allí se encontró con otro patólogo de Rosario, el Dr. Guillermo Celoria. A partir de allí fueron entrañables amigos en una sólida amistad hasta la muerte. Reeves inició una investigación sobre aparato yuxtaglomerular renal. Allí anudó una gran amistad con el Dr. Gilbert Friedell que era jefe de residentes de patología. Al volver a la Argentina en 1962 trabajó como docente en la Cátedra. Daba las clases teóricas de patología ginecológica y de patología renal. Tenía una gran capacidad de trabajo. Era un gran, observador con una cuota astronómica de lecturas, hábil en la parte técnica de histopatología.
Escribía muy bien. Todas las condiciones para ser un gran patólogo como lo fue.
Una vez lo tuvieron que operar de la rodilla para extirparle un menisco. Al recuperarse de la anestesia se palpó la pierna, llamó al traumatólogo y le dijo – Te equivocaste de rodilla, era la otra. Vuelta al quirófano y operado de la otra rodilla, cuando se estaba recuperando Guillermo Celoria para que se distrajera, le llevó el último número de la revista New England Journal of Pathology, a la cual Reeves era muy aficionado. Le gustaba leer las reuniones anátomo clínicas, de manera que eso fue lo primero que leyó.
Decía caso de un joven médico con una operación traumatológica que falleció por un infarto de pulmón post operatorio. Se detuvo llamó al médico y le dijo – De pronto siento un dolor en el tórax. Estaba empezando a hacer un infarto de pulmón, que fue tratado rápidamente.
Reeves trabajó también en Buenos Aires con el Dr. Jorge Aboulafia especialista en patología dermatológica. Junto con el Dr. Guillermo Celoria iniciaron un laboratorio de anatomía patológica, que al principio estuvo en la casa de Celoria, y después cuando se jubiló el Dr. Cid lo instalaron en el Sanatorio Británico junto al laboratorio de citología del Dr. Bernasconi.
En el año 1970 se jubiló en Prof. Picena. Reeves ganó el concurso de profesor de Anatomía Patológica en 1974. A partir de allí tuvo tres años de dura lucha contra las autoridades y el centro de estudiantes de aquella época. Esos fueron para él años amargos de escasa producción científica, pero que no hicieron mella en su carácter jovial que a veces rayaba en lo molesto. Reeves creó el GEO. Grupo de Estudio del Ovario, con un grupo de ginecólogos de la vieja sala 5 del Hospital Centenario y un grupo heterogéneo de patólogos. El GEO cumplió una importante actividad, constituyéndose en un centro de referencia en el diagnóstico de las patologías del ovario, en especial de los tumores.
Fue presidente del Círculo Médico de Rosario. Fue presidente de la Asociación Argentina de Patología y también integrante de las comisiones directivas de esas instituciones. Conferencista muy ameno y autor de numerosas publicaciones.
El Dr. Guillermo Reeves falleció por un carcinoma pulmonar de células pequeñas, luchando hasta el último momento para terminar de escribir un último trabajo sobre patología ovárica, que apareció publicado poco después de su fallecimiento.
Reeves como Serial murió con la espada en la mano.
El Dr. Guillermo Celoria es un patólogo e investigador formado en EEUU con el Dr. Sheldon Sommers y con el Dr. Henry Jaffe en patología ósea. Guillermo Celoria es un gran conocedor de la filosofía y la teología. Cuando volvió de EEUU trabajó como docente en la Cátedra de Anatomía Patológica. Concurrió al Instituto de Investigaciones Médicas de Fisherton, donde bajo la dirección del Dr. Sol Rabasa adquirió una sólida formación en investigación. Investigó primero sobre fisiología del riñón y luego sobre tumores experimentales. Celoria organizó el servicio de anatomía patológica del Hospital Escuela de Granadero Baigorria, Comenzó con un grupo de ayudantes que se fueron formando en los diagnósticos de la patología. Guillermo Celoria era un gran razonador con él sus discípulos trabajaban como en una residencia médica cumplían diariamente una tarea organizada y hacían guardia de 24 horas en autopsias. En esa fragua se forjaron excelentes patólogos, salvo una excepción: yo
Al poco tiempo se agregó al servicio el Dr. Reeves, antes de ser profesor, formaban un dúo formidable con una gran disciplina de trabajo, enseñaban anatomía patológica trabajando Celoria y Reeves con un grupo importante de médicos progresistas dirigidos por el Dr. Rabasa organizaron e impulsaron el sistema de enseñanza de post grado o sea las residencias médicas. Debieron empeñar una lucha terrible para convencer a los docentes de los servicios hospitalarios. No querían médicos jóvenes realizando las tareas en los servicios hospitalarios por egoísmo o por falta de visión hacia el futuro. Se formó un grupo de docentes, quienes lograron imponer el sistema del que participaron del Dr. Carlos Araujo, profesor adjunto de pediatría en Baigorria, el Dr. Olinto Rodríguez Kees urólogo, el Dr. Manuel González del Cerro.
Los primeros residentes de Anatomía Patológica de la Cátedra fueron la Dra. Beatriz Sotz y el Dr. Juan Carlos Picena, en el año 1969. El Anatomía Patológica del Servicio de Baigorria los primeros residentes fueron, dos residentes que no pudieron ingresar al Servicio de Cirugía El Dr. Juan Carlos Buceta y el Dr. Juan Carlos Soloaga. Estuvieron un año y luego ingresaron a Cirugía. Cuando se produjo la vacante ingresaron el Dr. Víctor Morel (quien ingreso directamente a segundo año, por su larga trayectoria en el Servicio) y la Dra. Nora Arias.
Posteriormente Guillermo Celoria se trasladó a trabajar al Centro de Biología de la Facultad. Allí continuó trabajando, investigando sobre tumores experimentales y genética. Después organizó el laboratorio de anatomía patológica del Policlínico Pami (ex Hospital Freyre). Allí trabajando con un grupo de cirujanos estudió la patología de los tumores de la vesícula biliar y sus lesiones precursoras. Presentó y publicó sobre éste tema importantes trabajos en revistas y en Congresos internacionales. Actualmente jubilado del Sanatorio Británico, del Policlínico PAMI y de la Facultad se ha convertido en un estudioso de la ética médica.
El Dr. Isaac Schlaen es un hombre bajo, delgado con unos ojos escrutadores detrás de los anteojos. Metódico, inteligente y un gran estudioso. Fue discípulo del Dr. Jaime Ferrer con quien se formó en patología hematológica y patologia general. Pero su gran pasión era la patología del útero y la citopatologia ginecológica. Fue el propulsor de las citologías por cepillado endometral. Organizó el laboratorio de Anatomía Patológica del Hospital Freyre, donde iniciaron su formación varios patólogos de Rosario. El Dr. Schlaen ante la escasez de recursos económicos del Hospital pidió autorización para cobrar un peso por Papanicolaou y así consiguió mantener y equipar al servicio. Escribió libros sobre citopatología del cervix y del endometrio.
Se retiró de la medicina, fue a vivir a las sierras de Córdoba donde se dedica a hacer hermosas tallas y esculturas en madera.
El Dr. Osvaldo Garrocq fue uno de los personajes más entrañables de todos los que he conocido. Si bien no es patólogo tuvo una importante relación con la Cátedra y con la Facultad de Medicina, que fue su vida. Garrocq es un hombre bajito muy tímido. Tenía problemas para enfrentar a las mesas de exámenes, por eso no rendía las asignaturas y su carrera se prolongó por muchos años. El Dr. Garrocq es un apasionado de la biología. Mientras era estudiante trabajó en la Cátedra de Microbiología y Parasitología, participando en muchos trabajos científicos. Allí conoció a muchos investigadores y con uno de ellos, el Dr., Doménico construyeron el edificio inicial del criadero de animales de la Facultad. Lo hicieron sin autorización. Salían a la madrugada con Doménico y robaban ladrillos en las obras en construcción alrededor de la Facultad. Así hicieron una piecita y conectaron una manguera de plástico en una toma de gas de Medicina Preventiva, que estaba cerca, calefaccionaron la habitación y trajeron las primeras ratas.
El Prof. Picena, que tenía buen ojo clínico observó a Garrocq y le ofreció un puesto en la Cátedra. Hizo un espacio donde Garrocq pudiera criar ratas y ratones. Luego el Dr. Garrocq empezó a hacer cultivo de tejidos, logró cultivar células d distintos tumores experimentales. Fue el creador de una institución única: El Banco de Tumores experimentales. Tumores que aparecieron espontáneamente en ratas y ratones y los mantenía en pasajes sucesivos. Ideó miles de experimentos sobre temas variados e inimaginables. Así transcurrió su vida en la Facultad, feliz entre los laboratorios y los criaderos de animales. Dirigió uno de los primeros cursos de ingreso a la Facultad.
Ésta ha sido la Cátedra que conocí, donde viví y soñé toda mi vida. El transcurrir implacable del tiempo la destruyó. Viene a mi memoria un antiguo refrán hindú: “El viento siempre destruye, pero no te enojes, el viento no sabe leer”.
Jose Luis Valenti
25 de octubre de 2011
Y después de todos estos vividos recuerdos contados por el Dr José Luis Valenti creo que la historia continúa…
Una vez jubilado el Prof. Reeves la Dra Beatriz Meletti Madile se hizo cargo de la Cátedra acompañada por los Profesores Dr. Jose Luis Valenti y Dra Raquel Madis Chiara. Fueron tiempos en donde el trabajo, el estudio, las penas y las diversiones eran la sal y pimienta que condimentaba nuestros días.
La Dra Chiara tuvo que dejar su cargo en la Cátedra para aceptar la función de Decana y así trancurrieron los años. Llegamos al 2008.
El 11 de septiembre de ese año nos encontramos los docentes, residentes y no docentes en la puerta de la Facultad a las 2 am. Nos habían avisado que Patológica se estaba incendiando. Efectivamente, no lo podíamos creer!!!!. Nuestro amado lugar, donde habíamos pasado tantos años, donde gran parte de nuestra vida estaba guardada se derrumbaba ante el avance de las llamas.
Pasó, y nos quedamos sin nada. El fuego se llevó casi todo. Nos quedaron libros chamuscados que aún actualmente seguimos utilizando y que emanan olor a humo.
La fuerza y el cariño puesto por todos los integrantes de la Cátedra logró que poco a poco nos fuéramos poniendo de pie.
Hoy seguimos trabajando, tal vez sin la tecnología que quisiéramos, pero sí con la responsabilidad y honestidad de siempre.
Ana Lía Nocito
Cuerpo Docente:
• Prof. Titular Echave Elena
• Prof. Adjunta Zicre Daniela
• JTP
• Mora Larisa
• Vidone Dora
• Calderone Federico
• Mondino Martín
• Aramendía Gerardo
• Cohen Analía
• Moses David
• Gini María
• Sifredi Virginia
• Imhof Olivia
• Nadia Saluzzi
• González Vila Juliana
Cuerpo asistencial:
• Coordinador asistencial Lembo Gustavo
• Corbo Luján
• Gorosito Mario
• Pairola Gabriel
Médicos residentes:
• Jefa de residentes Borgnino Julia
• Craia María Sol
• Paz Lucía
• Lera Violeta
• Tumosa Valentín
Cuerpo Técnico:
• Descalzo Graciela
• Pini Laura
• Veraldi Silvia
• María Constanza Primoletti
• Pezzino Lorena
Secretaría Asistencial:
• Vazquez María José
• Sevret María Eugenia
Mayordomía
• Dominguez Juan José
Ex-Profesores
Prof Titular Fernando Ruiz
Prof Titular José M Cid
Prof Titular Dr. Juan Pedro Picena
Prof. Adj. Ernesto Bernasconi
Prof. Adj. Dori Danni
Prof. Adj. Eva Buttermilch
Prof. Adj Tombolini
Prof Adj. Carlos Arrue Gouland
Prof Titular Augusto Serial
Prof Titular Dr. Guillermo Reeves
Prof. Adj Hebe Andreotti
Prof. Adj Raquel Chiara
Prof Asoc. Dra Beatriz Meletti Madile
Prof. Adj Jose Luis Valenti
Prof. Adj Roxana Lattante
Prof. Adj Echave Elena
Prof. Titular Dra Ana Lía Nocito
JUBILADOS NO DOCENTES
Sra Leonor Jacobo
Sra Maria del Carmen Vivas
Sra Irma Dáquila
Sra Cristina Zacco
Sra Lidia Abud
Sra Ada Byortman
Sra Diana Oter
Sra Beatriz Genassi
Dra Adriana Bergero
Sra Rosa Simó
Sra Maria Isabel Garcia Bilbao
Sra Eugenia Giancusso
Sra Marisa Guena
Sra Vicky Deninotti
Dr Bernasconi Ernesto
Sra Hilda Caprile
Sra Asunta Frigi (Nucha)
Sra Eugenia Giancusso
Sr Juan Denis
Sr Roberto Nissoria
Sr Antonio Nisoria
Sr Agustin Demestri
Sr Pablo Calderón
Sr Mario Gonzalez
Sr Taley
Sr Jugo Sr Olivier
Sra Blanca Sarmiento
Sr Oscar Benitez
Sra Roxana Aguirre
Ex-Residentes
Juan Carlos Picena
Ariel Naves
Jorge Monti
Rodolfo Bertoli
Eldo Neffen
Roberto Arcuri
Susana Becker
Leonardo Saccomano
Adriana Bergero
Nora Maison
Nelida Ananos
Juan Galuppo
Graciela Rodriguez
Daniel Sierra
Emilia Caraballo
Gabriela Vacarezza
Ana Lia Nocito
Marcela Gonzalez Garcia
Susana Marquez
Adrian Moreno
Alicia Godoy
Rosalia Casa
Norma Romero
Sandra Sarancone
Silvana Burich
Oscar Brunas
Balbarrey Ziomara
Chuchi Diaz
Daniela Zicre
Patricia Santesteban
Marta Fritchy
Claudia Villa
Mariana Chemes
Orlando Musso
Marcela Farroni
Adriana Dalleva
Stella Roma
Ana Marostica
Ivana Redin
Fernanda Consagra
Maria Eugenia Ricci
Larisa Mora
Karin Luft
Josefina Sala
Veronica Gennaro
Fernanda Toniolo
Gustavo Lembo
Valeria Roncoroni
Valeria Berutto
Daniel Pozzi
Hernan Chiesa
Andres Tanno
Marcela Catalano
Marisol Diaz
Lujan Corbo
Gabriela Pairola
Mario Gorosito
Eliana Scaramuzza
Belen Pancera
Leandro Sarrio
Victoria Grancelli
Lisandro Achilli.
Valeria Tradotti.
Sandra Schimdt
Emanuel Bottasso
Victoria Bertoglio
Eliana Blanco
Fernanda Ruiz
Maricel Martignone
Martin Mondino
Lucrecia Gagliardo
Fatima Cuello
Luciana Battipiede
Brunas Anabella
Gomez Vanina
Matías Sanmarti
Blangini Elisa
Chiaraluce Franco
Enriquez Lucia
González Vila Juliana
Manna María Virginia
Calzone Ayelén
Áreas Específicas
Las actividades que desarrolla esta Cátedra en la Carrera de Medicina se encuentran incluídas en los ciclos Prevención de la Enfermedad y Diagnóstico Tratamiento y Recuperación a través de las Areas: Injuria, Defensa y Gineco Obstetricia. En las dos primeras se vierten contenidos de Patología General y Específica y la segunda abarca aquellos temas referidos exclusivamente al aparato genital femenino.
Posgrado
La labor de post grado incluye la formación de médicos residentes mediante la enseñanza de la labor macro y microscópica que realiza el médico patólogo. La misma
se efectúa en base al material proveniente de los Servicios Asistenciales del Hospital Provincial del Centenario y Centros periféricos.