Ante los últimos sucesos de público conocimiento en los cuales un periodista se expresó de manera inapropiada y despectiva hacia un funcionario público, que presenta una tartamudez, nos sentimos en la obligación de manifestar nuestro repudio e informar a la comunidad.
La tartamudez es una dificultad de la comunicación que va constituyéndose en el devenir de la vida ante una mirada social que aliena, cercena y desvaloriza lo que escapa de la norma y el deber “hablar bien”.
Las personas, que presentan esta dificultad, suelen sentir miedo ante las posibles reacciones sociales negativas. Esto las conduce a evitar, esconder e intentar controlar la tartamudez; generando mayores obstáculos en sus interacciones.
Es imprescindible respetar los modos de decir, peculiares de cada sujeto, y continuar trabajando para modificar los criterios sociales ante la tartamudez; como así también transformar la mirada hacia las personas que presentan una discapacidad, dificultad o patología.
Se destaca que la discapacidad es una característica más dentro de la diversidad que existe entre las personas, y que no debiera convertirse en un limitante que define la vida de un sujeto, condenándolo a la discriminación y exclusión social.
Se reconoce que las personas con discapacidad atraviesan una situación de desigualdad que puede modificarse a través de acciones tendientes a la remoción de las barreras simbólicas y reales, que impiden su total integración en la comunidad. Por eso consideramos que su participación en los diferentes ámbitos laborales, incluso aquellos vinculados con la función pública, es fundamental para la implementación de políticas que promuevan la inclusión.
Celebramos las diferencias inherentes a nuestra humana naturaleza, repudiamos los discursos que solo contribuyen a la estigmatización y la exclusión social e invitamos a toda la comunidad a asumir el compromiso de construir una sociedad más justa y equitativa.