El trabajo doméstico no remunerado es una expresión de las desigualdades de género. Según datos oficiales nueve de cada diez mujeres dedican gran parte de su día a las tareas del hogar, sacrificando aspectos de su vida personal y laboral para poder asistir a las demandas de la casa y la familia. Al asimilar este tipo de tareas con el rol femenino, se las invisibiliza social y económicamente.
Además las mujeres ganan en promedio un 27% menos que los varones, brecha que aumenta a un 40% en los trabajos informales, y las cargas familiares condicionan muchas veces el desempeño profesional o expectativa laboral.
Reflexionar sobre los roles asignados por el género para discutir la redistribución de las tareas del hogar y de cuidado, es necesario para una vivencia más igualitaria y valorar socialmente actividades que, en definitiva, son esenciales.
“Eso que llaman amor, es trabajo no pago”