Cada 22 de julio se pretende reconocer el trabajo reproductivo – doméstico y de cuidado – necesarios para el sostén de la familia y el hogar, y visibilizar que casi en su totalidad recae sobre las mujeres.
El trabajo doméstico no remunerado es una expresión de las desigualdades de género. Según datos oficiales nueve de cada diez mujeres dedican gran parte de su día a las tareas del hogar, sacrificando aspectos de su vida personal y laboral para poder asistir a las demandas de la casa y la familia. Al asimilar este tipo de tareas con el rol femenino, se las invisibiliza social y económicamente.
Además las mujeres ganan en promedio un 27% menos que los varones, brecha que aumenta a un 40% en los trabajos informales, y las cargas familiares condicionan muchas veces el desempeño profesional o expectativa laboral.
Reflexionar sobre los roles asignados por el género para discutir la redistribución de las tareas del hogar y de cuidado, es necesario para una vivencia más igualitaria y valorar socialmente actividades que, en definitiva, son esenciales.