Débora Ferrandini (1962 – 2012)

Débora Farrandini nació en la ciudad de Rosario, Santa fe. Hizo su residencia en medicina general, especialidad fuertemente inclinada al trabajo en la comunidad y la promoción de la salud. Trabajó en centros de salud de atención primaria y en la política.

Se destacó en la atención de salud por su empatía con sus pacientes, en especial con las mujeres. Se manifestó a favor de la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo, afirmando su convicción de que este tema implica la salud colectiva y fue crítica de la objeción de conciencia. En 2011 ponderó el “efecto revolucionario” de la Asignación Universal por Hijo, por instalar la universalidad, y el hecho de que los chicos deban tener al día el carnet de vacunación para cobrar el beneficio logrando que familias enteras de sectores vulnerables se acerquen a los centros de salud.

Su trabajo en la secretaria del gobierno de Santa Fe fue el de potenciar el trabajo de los centros de salud, conformando y capacitando modos de organización que permitieron establecer valores, enfatizando en las necesidades de la población.

En 2007, bajo la gestión de Hermes Binner, fue convocada para ser Viceministra de Salud, con la idea de llevar “el modelo Rosario” a todo el territorio provincial.


Memorias y recuerdos de Débora


Leonardo Caruana

Son tantos, tan diversos y tan intensos los recuerdos de momentos compartidos con Débora Ferrandini que cuesta elegir cual contar. Tuve el privilegio de poder aprender de y con ella y el indescriptible desafío que significó ocupar lugares por los que Débora había pasado dejando esas marcas indelebles que sólo dejan los grandes. Tomar sus pacientes en un centro de salud que tuvo que dejar fue el primero y tal vez el más difícil de esos desafíos, porque el vínculo que establecía con ellos era tan fuerte como rigurosa su clínica.

Trabajamos juntos compartiendo la guardia del día domingo en el hospital provincial. Durante el día Débora simultáneamente era capaz de garantizar la premura y calidad de respuesta para lo urgente, mientras abría un lugar contra viento y mareas para el cuidado de todo lo crónico que de otro modo no lograba alojamiento en el sistema. Por la noche me esperaba en unos pases de guardia prolongados, profundos que siempre contenían reflexiones respecto a nuestro rol como generalistas defendiendo los derechos de los pacientes y procurando la integralidad cuidado. Luego, por supuesto, solía escuchar los ecos de las resistencias institucionales y así darme cuenta de todo lo que ella había logrado movilizar en la jornada.

Juntos soñamos con revoluciones y construimos utopías tanto para el sistema de salud municipal de Rosario, la seguridad social en Argentina y hasta Latinoamérica toda, especialmente luego de quedar movilizados por alguna larga conversación con algún referente del SUS brasilero o con Floreal Ferrara (durante la corta experiencia de OSPA en Rosario durante los 90).

De sus valores tampoco sé cuál destacar. Podría ser su mente brillante, su coraje, una inagotable capacidad de trabajo, la fuerza de sus convicciones o esa reflexividad que le permitía aprender del error, transformar a partir del conflicto y ver las luces en la neblina. Pero me quedo con la integridad de una persona fuera de serie: la que en su función docente me estimuló y habilitó a ir siempre por más y como compañera estuvo presente en momentos muy difíciles de mi vida. Doy fe que esa cualidad de poder sanar abrazando y escuchando a los pacientes que Ena Richiger siempre le destacaba estaba siempre a disposición de cualquier otro que lo necesitara.


Silvia Faraone, Ana Valero, Eugenia Bianchi, Flavia Torricelli, Milagros Oberti, Paula Cantor y Mariano Poblet Machado.
Grupo de Estudio sobre Salud Mental y Derechos Humanos (GESMyDH) Instituto de Investigaciones Gino Germani. Facultad de Ciencias Sociales. UBA

Débora Ferrandini – De una sola pieza.

Conocimos a Débora en un acercamiento al Equipo de la Dirección Provincial de Salud Mental de Santa Fe, allá por el año 2008. Tuvimos unos pocos encuentros, pero nos alcanzó para conocer la densidad política de sus movimientos que siempre estuvieron asociados a una escucha atenta, a un saber sanitario profundo, a una acción comprometida con los derechos humanos y a una reflexión permanente sobre las prácticas.

En el campo de la Salud Mental, su praxis no se trató de un relato épico, pero se pareció mucho. Hubo en ella un accionar comprometido que buscó restituir derechos donde habían sido sistemáticamente vulnerados.


Gerardo Payer

…el reparo en el desalojo del alma, el plato de comida caliente para la indigencia del hombre, la pregunta constante y la respuesta hiriente para nuestra comodidad burguesa, la conciencia de clase, la incomodidad con la que llenaba de sentido nuestra profesión, la persona capaz de desnaturalizar lo instituido, el abrazo noble en la noche oscura.

Solamente había escuchado hablar de ella, sabía que era alguien importante pero no la conocía. Un domingo por la mañana estaba de guardia en el Hospital Provincial y un indigente golpea la puerta y pregunta si estaba Débora Ferrandini, yo pensaba mirá si va a estar acá?, Bueno, así la conocí… Tiempo después rendí para hacer Medicina General y llegaron muchas preguntas e interpelaciones;

_ ¿Por qué le pedís uremia?
_ ¿Qué es la cultura?
_ Castellanos, condicionamientos y determinaciones. hombre preso que mira a su hijo…
_ ¿Quién leyó a Chesterton? …
_ ¿Qué es un problema complejo de salud?…
_ No nos cansamos de pedirle a la gente cosas que no pueden realizar…
_ Cuando crecen los derechos de los demás crecen también mis derechos…
_ Uno no siempre hace lo que quiere, pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere….
_ No vayan al barrio siempre por el mismo camino…
_ ¿Qué son los lugares sin la gente?…
_ La mejor intervención sanitaria de estos tiempos fue la AUH… Y así, inagotable.

Muchas cosas que Débora nos ayudaba a pensar parecían más un anhelo que una posibilidad, eran tiempos parecidos a estos, salíamos del neoliberalismo y había alguien que nos pedía andar con la mirada atenta al sufrimiento del otro y me consuela saber que quien me ayudó a pensar no solo en las múltiples dimensiones que influyen en la salud de la gente sino también en el rol que debe tener el Estado, o el para qué, tuvo la gracia de vivir un tiempo en el que a fuerza de políticas publicas se acortaron un poco las desigualdades y los desamparados del mundo, los desalojados de todo, fueron teniendo un lugar donde ser escuchados, atendidos, consolados.

Es verdad, desde tiempos inmemoriales el hombre lucha por tratar de evitar el dominio de uno sobre el otro y por suerte hay en esa lucha alguien más iluminado que nos marca el camino, a mí me tocó acompañarla en tiempos también muy desiguales y había que correr el riesgo de sentir que lo que hacíamos no alcanzaba, pero quienes la escuchábamos, salíamos como ungidos de sentido a dar pelea y entendíamos que había algo de mérito en esa apuesta permanente por el otro, a pesar de saber que apenas astillariamos los muros vidriados de la nueva Jericó.

No sé bien cómo, pero lograba hacerte sentir tan propia tu pelea, que cuando llegabámos a casa, contábamos nuestras pequeñas intervenciones con la épica y el entusiasmo con las que un niño le cuenta a sus padres sus piruetas y sentíamos que nadie podía apropiarse de ese esfuerzo, que al mismo tiempo hablaba siempre de un nosotros…

Una vez una mujer presidenta nos dijo que la Patria era el otro y a nosotros nos hacía eco en el pecho porque para entonces Débora ya nos lo había hecho sentir, decires y haceres de dos mujeres que compartían esa magia de poder mirarte a los ojos y tocarte la esperanza…
Que se repita el eco, que volvamos a encontrar la manera de seguir alojando el sufrimiento del otro, sin perder la alegría, para que cuando llegue el día de volver a compartir las rondas y las redes, podamos sostenerle la mirada, felices derrotados…


Raquel Musso

Conocí a Débora Ferrandini a fines de los 80, cuando ella era Residente de Medicina General en el Hospital Provincial de Rosario. En esa época, a los médicos/as que  estaban por terminar su residencia se les autorizaba a buscar trabajo. Yo andaba necesitando alguien que me reemplace en un lugar que me costaba mucho dejar: el recién creado Centro de Salud Ramón Carrillo de Arroyo Seco. Ya  había entrevistado unos cuantos profesionales y recuerdo que Débora fue la última de la lista. La única que no venía con recomendación.

Viéndola entrar ya percibí la disrupción en una serie que venía siendo bastante homogénea y me hacía difícil tomar una decisión.  Pero no sabía en qué sentido se alejaría de la normal. Ya el aspecto era diferente: estilo algo hippie y  cabello muy largo. Quien me acompañaba en la elección se ocupó de advertirme que me cuidara de “su labia” porque era alguien con una terrible costumbre de interpelar todo.

Aunque parecía temerosa – o tímida- en su mirada asomaba la curiosidad propia de los exploradores de la realidad y una fuerza de carácter que cuidadosamente se esmeraba en esconder. Luego escucharme con atención me hizo muy pocas preguntas, pero muy agudas y precisas vinculadas a la situación de salud de la población, los recursos disponibles, las cuestiones institucionales y mi posición al respecto.

Mientras le iba respondiendo, sentí que era yo la que estaba siendo evaluada e intuí que  si me aprobaba iba a ser algo así como ganarme la grande. Cuando me expresó su interés en “acompañarme en la aventura en que me estaba metiendo”, curiosamente olvidó averiguar por las cuestiones administrativas y salariales que era lo que habían hecho todos los anteriores entrevistados. Aunque mi intuición no alcanzó a imaginar el alcance y la velocidad de su crecimiento posterior. Nunca dejó de sorprenderme ese modo “tan suyo” de lanzarse a la historia para cambiarla desafiando lo “imposible”. Sea donde fuere el espacio en el que se parara, siempre había alguien a quien cuidar y proteger, cosas por mejorar, injusticias que enfrentar y fundamentalmente conceptos que revisar. Su intelectualidad, elocuencia verbal y capacidad de escucha se fusionaban en un hacer en el que era muy difícil encontrar fisuras entre la palabra y la acción.


Mónica Muti

Yo conocí a Débora a través de amigos y compañeros de la facultad de Medicina mucho antes de comprender realmente quien era. Creo que nos hicimos amigas muy rápido. Entre congresos, jornadas, cumpleaños y guitarreadas…

Tuve el honor, el privilegio, la fortuna de trabajar con ella durante los 3 años de mi formación como residente en el Hospital Provincial de Rosario y después compartir más aventuras como jefas de guardia los días domingos.

Para muchos era raro que alguien que ya a esas alturas de su carrera laboral había llegado a altos cargos y a un gran reconocimiento nacional e internacional, siguiera trabajando en una guardia de hospital. Lo entendí mucho tiempo después…

Aquellos domingos empezaban a las 9 AM con el pase de guardia, Débora traía bajo el brazo el diario Pagina/12, circulaban los mates amargos y las deliciosas Tortamate de la Panadería 9 de Julio.
Y ese solo acto de comunión en esos pequeños espacios de una habitación de 2×2 daban forma a lo que sería sin dudas una ardua jornada.

No importaba la cantidad de pacientes que llegaran a la guardia, siempre había una cama disponible, una derivación posible y el aprendizaje de la gestión de esos espacios en carne propia. Si alguien quería aprender de gestión era ahí, con Débora. Sacando un lugar para alojar, para hacer accesible ese derecho a la salud a quien lo necesitara (aunque fuera domingo).
Muchos la alucinaban, los domingos SE TRABAJABA!!! No había manera de hacerse el tonto ante una demanda.

Recuerdo las quejas de algunas compañeras enfermeras porque los domingos se internaban “casos sociales”… Y aquí aparece en escena, casi siempre cerca del mediodía, Dante Soto. Un señor que estaba en situación de calle, que conocía a Débora hacía añares y que según contaba había sido editor del Diario La Capital (nunca se nos ocurrió rastrear esa historia, si Dante lo decía debía ser cierto.)

Y Débora lo alojaba y nos enseñó a muchos, a través de Dante a alojar a quien viene en busca de un plato de comida caliente, un baño y un corte de pelo cortesía de Ceci la enfermera, con todo ese amor y calidez que ella le daba en esas charlas al lado de la cama.

Generalmente en la noche o en la mañana del lunes Dante se despedía agradeciendo el Omeprazol diario de cada domingo preguntando a algún distraído si era posible enfermarse por amor…
Años después todavía iba Dante a buscarla a la puerta del CEMAR. Gracias Débora! Verte, escucharte, aprender en la cancha con vos hizo de muchísimas generaciones de médicos jóvenes instrumentos para buscar y crear un mundo un poquito mejor.

Estirando siempre el límite de lo posible…

Llevo 12 años viviendo en México y no hay día en mi práctica médica y en mi vida personal en que no aparezcas. Es tan profunda tu huella.

Espero que podamos compartir con aquellos que no tuvieron la fortuna de conocerte en persona, tu esencia, tu don de gente, tu ejemplo, para sembrar tu semilla


Matías Vidal

Querida y respetada Débora, hace más de 18 años tuve la oportunidad de conocerte. Estaba con mi compañero esperando una reunión con vos, sentados en la puerta de la Dirección de APS, sin poder
entender bien qué hacía ahí. Cuando apareciste con el pelo al viento, y nos tiraste la primera de tantas preguntas incómodas, encontré la posibilidad de empezar a andar por el camino de las incertezas, de la incertidumbre y de las preguntas que no tienen una sola respuesta.

Compartimos muchos espacios de reflexión, muchas clases/encuentros donde se abría el debate y en donde siempre aparecía, en algún momento, esa sonrisa a medio salir, que te hacía entender que esa “pelea” ya estaba sentenciada.

Algunas personas con las que nos encontramos tienen “ese fueguito” que hace que tus ideas se puedan trasnformar como “tus fractales”.

Muchas gracias por tanto, con tanta intensidad. Se te extraña.


Gustavo Castaño

… El pasaje de la salud como mercancía a la salud como derecho, por ejemplo, necesita ese ingente pueblo y ese otro Estado que, a pesar del impresionante (e inesperado) cambio de rumbo producido a partir del 2003, aún está en ciernes y, seguramente, seguirá siendo hostigado sistemáticamente desde las usinas de reproducción de los poderes concentrados. (5)

Nuestra imprescindible compañera Débora Ferrandini, en cada ocasión que se le presentaba, solía invertir el tópico remanido de que “el derecho de uno termina donde empieza el del otro”. Consideraba ese mitema clave de las fantasmagorías dominantes, algo naturalizado en el sentido común y que, por lo mismo, resultaba tan dañino como desapercibido. Le apuntaba sistemáticamente, como quien quiere socavar la piedra angular de una catedral de injusticias. Débora vivía sosteniendo enfáticamente todo lo contrario: que la ampliación de los derechos del otro hace crecer los propios; que la libertad, como la salud, son tanto derechos como bienes y producciones colectivas y que no son divisibles. Por lo tanto, sólo si el otro es libre yo puedo llegar a serlo.

Lo indivisible, como antídoto contra los espejismos individualistas y reduccionistas; eje (de reminiscencias spinozianas) que conecta y aúna los por qué y el para qué de la salud colectiva.
Más aún: libertad, salud, justicia social, ¿habría la una sin la otra? A poco de andar, si uno bucea en tales honduras, descubrirá que comienzan a desdibujarse los límites divisorios; que tienden a continuarse moebianamente, a interactuar y fecundarse, incluso a indistinguirse sus virtudes y contradicciones fácticas bajo la luz, tenue, de un horizonte naciente. Ese que alumbra otra cultura, otra sociedad, más habitable, más deseable, más vivible.

Por supuesto que hay quienes juzgan ilusorias, cuando no mesiánicas, estas pretensiones. Les parece más práctico adherir a un neoliberalismo tan criminal que vuelve sobre sí, masticando sus entrañas. Mejor dicho, las entrañas de las sociedades crédulas que acogen y reproducen sus sensatas, realistas, cosmovisiones. Y si entonces el mundo, ingrato, irracional, se les vuelve inseguro e inhabitable, procurarán más de lo mismo para resolver la acechanza del otro (para el paranoico siempre el paranoico es el otro). Más violencia, más instituciones totalitarias, más injusticia por más libertad y democracia; más aislamiento, más y mejor arbitrariedad y tormento por más y mejor tranquilidad para “la gente”. Compran humo, venden humo, respiran humo.

Sin Débora, parceira inolvidable, no hubiéramos podido avanzar en varios frentes. Menciono sólo uno, pero decisivo: el cierre del Pabellón Psiquiátrico de la cárcel de Coronda.

Desde entonces, sin Débora, en Santa Fe todo es más fácil para el cinismo y para la burocracia; la sensibilidad y la inteligencia dialogan menos entre sí y ambas, un tanto desoladas, han disminuido notablemente sus apariciones públicas. Desde que se fue ya no se escucha decir de nadie que “es mesiánico”, ¿se estará empobreciendo también nuestra lengua?…”


Alejo Herrera

La vida me cruzó tangencialmente con Débora. Disculpen desde el vamos el nombrarla así, como si yo hubiese sido parte cotidiana de su vida, pero es inevitable creo el sentirse cercano a ella, por conocerla, por escucharla, por leerla.

La capacidad de definir algo tan complejo de forma tan simple, de sintetizar la idea de problema como la distancia entre lo que tenemos y lo que queremos, entre lo que es y cómo desearíamos que fuera, siempre en términos colectivos. Como equipo de salud, cómo instituciones, cómo ciudadanos/as (esa red de personas con relaciones, contradicciones y derechos, no la suma de individuos que viven cercanos que son los vecinos, forma de moda actual de nombrar ahora a estos, invisibilizando los derechos que tienen justamente como ciudadanos/as). Esa distancia es lo que nos mueve, la potencia transformadora, el deseo de cambiar lo que es injusto y desigual. Una definición implícita de salud: movimiento, transformación, lucha, colectivo. Acompañada en sus palabras de la explícita que sostenía Ferrara, la salud como capacidad de lucha contra situaciones que limitan la vida. Lo contrario a la idea de equilibrio, tan parecida a la inacción, a lo determinado e incambiable, lo que es porque es, y si no te gusta equilibrante y quédate en estos límites de lo aceptado (¿por quiénes? ¿por los del mango? ¿y los de adentro de la sartén qué?). 

Encuentros. Primero de casualidad, la gentileza de acercarse a una charla con siete personas en un aula nimia de la facultad de humanidades, dónde tuve la oportunidad de conocerla y la necesidad imperiosa de anotar cada una de las ideas que compartía. Desde ahí fan, lugar que me enteraba hablaba lugar que iba. Otros encuentros, otras anotaciones, siempre el mismo sentido.

Más tarde presentarla en un panel organizado por Barrios de Pie sobre consumo problemático de sustancias, aunque en ese momento tenía otro nombre. Y ahí una foto compartida, premio de un valor simbólico personal solo por estar sentado a su lado introduciendo sus futuras palabras. Amablemente la predisposición además a firmar los certificados de ese seminario de 5 encuentros. 160 de su puño y letra, sin ninguna objeción, la secretaria de salud de la provincia de Santa Fe, viceministra en hechos, autografiando ese papel figurativo de esas jornadas de reflexión promovidas por una organización social.

El azar nuevamente me cruzó con ella, horarios incompatibles con otras docentes en la cátedra de Medicina y Sociedad de la facultad, ella que volvía a la misma, y la posibilidad de ser su cotutor. Apabullado solo por estar a su lado, escucharla con la misma predisposición y entrega para diez estudiantes iniciáticos de segundo año. De repente deja de venir. Qué raro, qué hago. Sostener la tutoría, no cuento nada, no voy a pasar por encima. Al tiempo la llamo, después de juntar decisión. No atiende. Una semana después me llaman a la cátedra. La noticia, la enfermedad, en ella que es salud. Por qué no avisaste, por esto contado respondo. Después un docente que trabajaba en el HECA me entera sobre la evolución y pronóstico. Más tristeza. Un día de camino al medicato la peor noticia en el diario. 24 hs de domingo de guardia retumbando el desconsuelo.

Más adelante elegí un camino parecido, no el mismo porque sería exagerarme. Su huella por todas partes en la residencia de Medicina General, sus ideas multiplicadas, el sentido más claro y explícito. Me toca rotar por el Carrasco y de salida imprimo sus ideas de su propia pluma y las dejo para la sala, dónde alguno compartía, para que otros y otras se contagien también, en el hospital “infectológico” por historia, para que construyan nuevas tramas con sentidos amplios. “Intuiciones y Provocaciones” fue el falso título que elegí (le hice carátula con su mirada como imagen), sacado de palabras suyas de uno de los textos. Desde que la escuché por primera vez sentí eso de ella en sus exposiciones, que provocaba, movía al pensamiento, empujaba a la reflexión, nunca salía igual de esos encuentros.  

Y desde allá lejos hasta acá, sistemáticamente se cruza ella, en cada discusión sobre salud, sobre necesidades, sobre condiciones de vida, sobre proyectos colectivos.

Gracias Débora.


Antonio Tesolini

El cierre del corralito

Un poquito de contexto histórico…

En mayo del año 2008 perdió la vida un usuarie que estaba “depositado” en el “corralito” formalmente Pabellón Psiquiátrico de la cárcel “modelo” nro. 1 de Coronda. Verdadera mazmorra creada en plena democracia allá por el año 1985, a partir de una situación crítica ocurrida en el Mira y López en la ciudad de Santa Fe.

El colectivo de derecho humanos de nuestra pcia, particularmente la CTC (Coordinadora de Trabajo carcelario) y el colectivo de trabajadores de salud santafecino durante años pidieron el cierre de dicho lugar, porque constituía un verdadero lugar de exterminio y tortura además de ser absolutamente ilegal.

Desde el año 2005 había comenzado un proceso de sustitución y cierre, llevado delante de la Dirección Provincial de salud mental. El director era el mismo desde su creación, un Psiquiatra Santafecino. Pero no se podía avanzar por diversas razones.

En el 2008 Débora era Secretaria de Salud, ocurrido el episodio toma la decisión de correr al director para que se investigue la muerte del usuarie e iniciar un sumario administrativo. En la escena donde lo notifica de tal decisión la amenaza que podían ocurrir muertes en ese lugar. Y al mismo tiempo convoco a un equipo interdisciplinario para trabajar en el cierre definitivo del corralito.

Volviendo desde Santa Fe hacia Rosario, luego de dicha notificación al Director saliente, el jefe de enfermeros del pabellón, le notifica a través de una llamada al directos de salud mental que renunciaba a la función y le entregaba la llave del pabellón. En ese momento había “internadas” 22 personas.

En pleno viaje camino a Rosario, Débora recibe la llamada donde el director de salud mental la notificaba de lo que estaba ocurriendo en la cárcel. Pregunta que sugieren hacer. Era una típica “tumbeada” propia del servicio penitenciario, una apretada típica del servicio penitenciario al modo de zona liberada para que ocurra cualquier cosa entre los propios detenidos.

Se le sugiere ir directamente al pabellón hablar con los enfermeros.  No lo duda, le dice al chofer.

Entremos en coronda, vamos a la unidad. Lo llama directamente al jefe de enfermeros lo convoca a él y a todos los enfermeros a una reunión en el corralito.

El corralito estaba en el fondo de la cárcel de coronda, le avisa al mismo tiempo el subsecretario de asuntos penitenciarios que estaba camino a la cárcel. En cuestión de pocos minutos diríamos, todos los enfermeros estaban reunidos en la sala del pabellón psiquiátrico. Débora llega se presenta y los saluda uno por uno. Y les dicen: miren Uds. saben que ha este lugar hay que cerrarlo, porque es ilegal y no pueden seguir muriendo personas.  La decisión del ministerio es cerrarlo.   El barco va en esa dirección. El que quiera subirse puede hacerlo, el que no, no hay problema no va a perder el trabajo lo trasladamos a otro lugar. Pero la decisión está tomada. Aquí hay un equipo que asume la responsabilidad de llevar adelante este proceso. Luego de unas horas de intercambio de opiniones

Alguno de ellos pidió el traslado y la gran mayoría acompaño el proceso que culminó en octubre del 2008 con el acto formal de cierre del pabellón psiquiátrico de oliveros. Entre junio y octubre de ese año se produjeron la externacion de la totalidad de los usuaires allí alojados. Para ello puso a todo el sistema de salud provincial al servicio del cierre del corralito. Más de una madrugada durante todo el proceso de cierre terminamos en coronda junto a ella descomprimiendo conflictos escuchando a les usuaries, como la madrugada del voto no positivo del traidor Cobos. Esa noche miramos junto a Débora el proceso de votación de la 125, mientras esperábamos la ambulancia para trasladar a D. C. a la CPO.

Una clara muestra de claridad política, sensibilidad, coraje y gestión política. Eso era entre tantas otras la entrañable Débora.

Luego de lo cual se transformaron los departamentos de salud mental previstos por la ley provincial de salud mental en cárceles, en los dispositivos de salud (DIS) en contextos de encierro.

Porque todo el tiempo nos decía: miren si nosotros logramos construir procesos de atención de salud para la población más excluida, los que están más alejados del sistema de salud, como los privados de la libertad nos va a resulta más accesible llegar al resto de la población.  Porque además si logramos incluir en el sistema a los privados de la libertad cada uno de ellos vive en algún lugar del territorio provincial y de esa manera llegaremos a sus familias.


Lucrecia Faccioli

A las 5,30 hs. de la mañana cada 15 días durante 4 años me pasaban a buscar y partíamos con Débora rumbo al corazón más profundo del norte Santafesino. Allá íbamos, a Villa Ocampo, Villa Guillermina, Reconquista, Vera, etc. aprendiendo con sus palabras, su sonrisa y su implacable rigor cuando advertía alguna vulneración de derechos.

Desde que me sentaba en el auto hasta que volvíamos era a puro aprendizaje, risas, discusiones y ella siempre pero siempre con una gran ternura, hasta en los momentos de enojo, porque sí que se enojaba y mucho, ante las injusticias.

Incansable trabajadora, siempre con el teléfono en la mano, atendiendo a todo el mundo. El teléfono de lxs funcionarios debe estar a disposición de la gente, decía y de ella también aprendí eso. A dar el número a quién lo pudiera necesitar para ayudar a resolver problemas desde el lugar que una ocupa en el Estado. Si no estamos para eso, ¿para qué estamos decía?

No había cosa que le molestara más que desde los equipos de salud no hubiera una mirada directa y atenta al sufrimiento de las personas de manera constante y permanente.

Hablaba de la predisposición subjetiva para anticiparse y evitar el daño que se pudiera evitar, o al menos disminuirlo. Nos advertía sobre “el daño” que se ocasionaba a las personas paradójicamente desde los lugares donde se suponía se debía sanar o aliviar. Ahí recuerdo muy particularmente los “ATENEOS” donde se discutían situaciones concretas, complejas, tratando de desenredar entre varias personas en el salón Dorado del viejo Hospital Italiano.

Pero muy especialmente tengo presente el ATENEO al que convocó en la Subsecretaría de Salud con todo el plantel de médicos del Hospital Iturraspe que había intervenido en el “caso” de ANA MARÍA ACEVEDO. La interpelación al accionar de cada uno, les marcaba la no pertinencia de anteponer posiciones religiosas o filosóficas ante el deber de garantizar un derecho como era el derecho a la “interrupción legal del embarazo”. Puntualizando todas y cada una de las acciones que claramente constituyeron mala praxis.

Luego vinieron las visitas a Norma y Aroldo, madre y padre de Ana María y a sus hijos Aroldo, César y Juan David en Vera, y entre tantas cosas la solicitud a Desarrollo Social para que le ampliaran la vivienda a Norma para poder cuidar de sus nietos.

LA SALUD ES LA CAPACIDAD SINGULAR Y COLECTIVA DE LUCHAR CONTRA LAS ADVERSIDADES Y LIMITACIONES DE LA VIDA, repetía como un mantra, y en ese colectivo tenemos una misión especial las y los trabajadores de la salud de apostar al buen vivir.

También recuerdo las intervenciones ante la ola de suicidios que sacudió a Villa Ocampo y zonas aledañas allá por el 2009 y ante la tragedia del accidente de una combi que transportaba a un grupo de chicos/as de un ballet folklórico de Villa Guillermina que chocó con un camión en la ruta nacional 11, luego de participar en un baile en Villa Ocampo, por el que murieron más de 15 personas y quedaron muchísimos heridos.

La veo, debajo de una parra en el Hospital de Villa Ocampo, junto con les trabajadores, desde donde se empezó a pergeñar la idea de convocar a una RED DE VIDA con todas las organizaciones sociales, culturales, deportivas, religiosas de la ciudad, para intentar una resignificación del sentido de la vida.

Así también nació DACU, “Dispositivo de Ampliación de la Clínica a partir de las Urgencias” con la convicción de una necesidad general: que la asistencia de Guardia deje de reducirse sólo a la intervención biomédica puntual, descuidando las dimensiones subjetivo/sociales evidentes u ocultas a la demanda explícita del paciente o de quienes lo llevan a la guardia. Porque para esta “médica” la salud era una cosa muy seria como para quedar reducida a esa sola dimensión.

Ella decía, la respuesta biomédica puntual suele dejar pasar una enorme oportunidad, la de establecer el punto de inicio de una relación terapéutica con pacientes que no demandan asistencia por problemas complejos que los aquejan y que, dada su gravedad, ni siquiera están en condiciones de articular un pedido de ayuda al Sistema de Salud.

Acá les dejo el link https://www.youtube.com/watch?v=UcIr-aqFB7w donde pueden ver y escuchar a Gustavo Castaño, Director Provincial de Salud Mental de la provincia de Santa Fe y a Débora siendo Secretaria de Salud de la provincia de Santa Fe. Menciono los cargos para destacar la importancia que tiene que desde el nivel central del Ministerio se trabajara codo a codo con les trabajadores en el territorio, eso también fue una experiencia inusual.

Precisamente hablando sobre la clínica, la política y el rol del Estado que nos merecemos. La experiencia del Dispositivo de ampliación de la clínica a partir de las urgencias en Villa Ocampo, fue una estrategia colectiva para aumentar la autonomía de los sujetos a partir del compromiso de todos y todas.  

El 25 de noviembre de 2010, en una feliz coincidencia de la historia, el mismo día que se sancionó la Ley Nacional de Salud Mental Nº 26657 nos encontró realizando la “PRIMER JORNADA DE SALUD INTEGRAL” en Villa Ocampo, una Jornada donde se pensó desde la historia del norte, tan postergado y los determinados modos de expresión del padecimiento en el marco de los procesos de devastación y desimplicación del Estado pero también un norte que cobijó espacios de resistencia y lucha, como lo definía ella.

Fue también en 2010 pero en diciembre que, ante una situación de similares características en cuanto a la masividad de suicidios en San Cristóbal, se realizó una “Jornada de Salud integral” compartiendo la experiencia del DACU Y LA RED DE VIDA DE VILLA OCAMPO. Ahí también Débora inmensa. Pudimos pensar en dos hechos de la historia y su influencia en las subjetividades. En Villa Ocampo LA FORESTAL con su esplendor y luego la desolación. En San Cristóbal EL FERROCARRIL y la vida que luego de su levantamiento dejó tristeza y desamparo.

No quiero cerrar este alguito de lo tanto que nos dejó Débora sin mencionar el cierre del “Corralito” de Coronda (pabellón psiquiátrico de la cárcel de Coronda). Nos llamó un día a su despacho de Rosario y nos dijo, no me voy a ir de la gestión sin cerrar ese lugar que es el infierno mismo. Y así sucedió en el 2008. Con Silvia González, Directora del Hospital Mira y López (entonces) y otres compañeres nos pusimos a trabajar para que las personas inimputables allí tiradas pudieran acceder a tratamientos en efectores de salud y muchas de ellas pudieron continuar en sus pueblos, con el seguimiento de un equipo matricial en la red comunitaria.

Tengo mucho más, que quedará en el tintero para una próxima. Cada vez que vuelvo al norte, ando extrañando las sobremesas con algún rico vinito tinto y las charlas sobre la clínica política y jurídica ampliada.


Mario Drisun

Como ex Sub-Secretario de Salud de la Municipalidad de Rosario, ex Secretario de Salud de la Municipalidad de Santa Fe y ex Ministro de Salud de la Provincia de Santa, quiero ante todo hacer llegar mis felicitaciones a las autoridades de nuestra querida Facultad de Ciencias Médicas por la iniciativa.
Como amigo y admirador de Débora Ferrandini entiendo que poner su nombre a este nuevo auditorio fue una muy buena idea y sin duda será de buen augurio. Una señal de que no se dejara de movilizar la excelencia profesional, la innovación y el compromiso social de sus alumnos y egresados.

Estoy convencido que haciendo honor a su nombre, el espacio será usado por muchos, para alojar discusiones importantes y construir lo grande, eso que necesariamente es colectivo. Hoy que las nuevas tecnologías facilitan sembrar memoria y escribir la historia en espacios virtuales y accesibles mantener presente a Débora con esa tenacidad para defender un sistema que garantice igualdad y acceso a los que más lo necesitan va a contribuir con que eso suceda.

En ese sentido voy a compartir sólo una foto, pero que dice mucho para mí, para otros, para la ciudad de Rosario y también para esta Facultad. Se trata del cierre de unas Jornadas de Atención Primaria que se hicieron en la Rural en el año 2003 porque no había otro lugar donde concentrar tanta gente discutiendo salud. En él tengo el privilegio de estar junto al gran maestro Mario Testa y dos egresadas de esta Facultad ambas de la misma generación y muy destacadas. Una es Débora Ferrandini- por supuesto- y la otra Rosana Onocko que hoy está presidiendo la Asociación Brasilera de Salud Colectiva.


Mensajes y saludos

Me comunico por la presente con el fin de llevar mis saludos y poder expresar mi orgullo por la inauguración del “Anfiteatro Débora Ferrandini” de la Facultad de Ciencias Médicas de la

Universidad Nacional de Rosario (U.N.R.) es un espacio que generará un gran valor formativo a los estudiantes y profesionales que asisten a las diversas carreras del área salud de la mencionada unidad académica.

La irrupción de la pandemia de Covid-19 nos generó la necesidad de adecuar los espacios de enseñanza-aprendizaje a fin de mantener el vínculo pedagógico con los estudiantes. Ante esto, la Facultad de Ciencias Médicas inició, con fondos propios, la construcción de un nuevo anfiteatro a fin de dar respuestas a los nuevos desafíos educativos, manteniendo la excelencia y generando un espacio moderno para llevar adelante una enseñanza combinada entre presencialidad y virtualidad.

El nuevo espacio llevará el nombre de “Débora Ferrandini”, médica graduada de la nuestra facultad e inclinada fuertemente al trabajo en la comunidad y la promoción de la sanidad. Abocada a la salud pública de la región, se desempeñó como Subsecretaría de Salud Provincial, y promovió la creación de numerosos centros de Atención Primaria en Rosario y alrededores.

La generación de nuevos espacios académicos vinculados a la formación de profesionales de la salud reviste de una importancia fundamental para la Provincia de Santa Fe, siendo un acontecimiento de gran relevancia e interés social por tal motivo, he solicitado la declaración de interés de esta inauguración en la Cámara de Senadores de la Provincia de nuestra provincia.
Dr. Miguel Elías Rabbia


En nombre y representación de lxs profesionalxs del sistema de salud provincial quiero acercar nuestro acompañamiento y apoyo a este reconocimiento merecido e impostergable a la doctora Débora Ferrandini. En simultáneo a la realización de esta actividad, muchos trabajadorxs de la salud nxs encontramos en la Legislatura provincial reclamando porque en el presupuesto del año 2022 se contemplen los recursos necesarios para sostener un sistema de salud que hoy está en crisis. No solo desde el punto de vista del financiamiento, sino también de intereses contrarios a un proyecto tecno-político-ideológico que tenga como premisa fundamental a la salud y a las prácticas del cuidado como un derecho humano. Proyecto sanitario al que la compañera Débora Ferrandini realizó aportes teóricos muy importantes y sobre todo como solía repetir ella “le puso el cuerpo”.
Un saludo reconfortante a Isabela y Esteban.
Diego Ainsuain – Presidente Sindicato de Profesionales Universitarios de la Salud – Si.Pr.U.S


Débora, cuanto enseñaste, cuanto dejaste, como te necesitamos, cuanto te extraño.
Escalante José María


Desde el Frente Ciudadano por la Salud/Comisión de Salud del Instituto Patria de Rosario adherimos al homenaje que la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario realiza con la compañera Débora Ferrandini, luchadora incansable por la salud de nuestro pueblo, y en especial por los
más y las más postergadas.
Comisión Salud del Instituto Patria



El lunes fui a la facultad, me encontré el aula con la placa ” auditorio Débora Ferrandini”, me emocioné mucho, hasta las lágrimas porque recordé mis épocas de estudiar y trabajar ahí, lleno de auditorios con nombres de hombres ( importantes si obvio) pero que en mi vida conocí ni siquiera mi viejo había visto, ni escuchado… Me fui contenta, que puedo contar no solo que la conocí, sino que marco mi practica, mi vida y la de muchos de mis pacientes por supuesto. Y que está ahí para que todos los que pasen la recuerden, y sino la conozcan en el comienzo de la carrera y se permitan también cambiar su forma de pensar la salud.
Alida